Esta piedra es considerada una de las grandes protectoras del mundo de los cristales. Por sus propiedades metafísicas, es muy apreciada por quienes trabajan con la preparación de rituales de protección y limpieza de energías.
Es particularmente útil para repeler energías negativas y se recomienda llevar siempre una pequeña pieza en el bolsillo o en la cartera.
El ágata rosada es la roca del amor propio y el desarrollo de la evolución espiritual. Se cree que tiene además la capacidad de apaciguar las energías, calmar los ánimos y tranquilizar a su portador, confiriéndole serenidad. Es útil para las personas usualmente a la defensiva pues les permite abrirse a la oportunidad de escuchar y comprender a la otra parte sin agresiones. Estimula las habilidades psíquicas y contribuye con el desarrollo de la percepción de su portador.
Mantenerla pegada al cuerpo y en contacto con la piel tiene una incidencia positiva sobre todos los chakras, lo que permite su estimulación hacia el crecimiento y la salud energética, física y emocional del individuo, y hacia la neutralización de las ondas de energía negativa.
El ágata es una variedad microcristalina del grupo del cuarzo, un tipo de calcedonia de varios colores que suele presentar bandas cromáticas. Existen muchos tipos de ágatas, su color depende de los diferentes materiales que pueda contener. Las más abundantes son de color gris, aunque también las encontramos en color amarillo, naranja, blanco, azul, marrón y rosa. Al tratarse de un mineral poroso a veces puede ser teñido con colores vivos, como en el caso del ágata fucsia, el ágata azul intenso o el de color verde oscuro.
El ágata en estado natural habitualmente se presenta en forma de inclusiones dentro de cavidades ovoides o esféricas de rocas volcánicas. Cuando se abre una geoda de ágata suelen aparecer en su interior cristalizaciones de cuarzo, de amatista o de calcita.
Yacimientos: Brasil, Uruguay, Argentina, China, India, Madagascar, Marruecos, República Checa y Estados Unidos.